Perdemos una gran cantidad de tiempo en intentar clasificarnos con una u otra etiqueta. Navegamos por la red en busca de cuestionarios de personalidad, distinguimos distintos grupos de personas en función de su forma de actuar y de vestir, e intentamos filtrar nuestras decisiones mediante la lente de la etiqueta elegida.
Pero, pese aunque parezca que estamos malgastando nuestra vida en realizar este tipo de ejercicios, una nueva investigación sugiere que toda esa introspección puede ser útil. En el estudio, publicado recientemente en la revista Cognitive Enhancement , un equipo de psicólogos encontró un fuerte vínculo entre una mayor autoconciencia y la inteligencia social.
“Ampliar nuestro conocimiento sobre dinámicas internas como son pensamientos, creencias o patrones emocionales, permite una mejor comprensión de estos procesos en otras personas”, afirma la autora principal, Anne Böckler, profesora de la Universidad de Wurzburg en Alemania. Por lo que, para conectar con la mente de otras personas, la mejor opción puede ser mejor comenzar a conectar con la nuestra.
Para la elaboración del estudio, Böckler y sus compañeros recopilaron datos de 161 personas con edades comprendidas entre los 20 y los 50 años. De esta manera, a medida que fueron siendo sometidos a diversos entrenamientos diseñados para ayudarles a centrarse en sus vidas interiores y mejoraron su autoconocimiento, mostraron una mayor facilidad a la hora de inferir en el estado mental de otras personas.
Así que este último estudio se suma al creciente cuerpo de investigación que explora el vínculo entre el bienestar y la capacidad de aceptar nuestros puntos fuertes y débiles. Sin embargo, tendemos a perseguir la contemplación interior como una meta en sí misma, mientras que subestimamos las formas, las cuales también puede ayudarnos a conectarnos más estrechamente con los demás.