Algunos campos no reciben la atención que deberían tener y la arquitectura es uno de ellos. A casi todas las personas nos gusta pasear por calles bien diseñadas, amplias y bien decoradas. Por lo que, en teoría, la arquitectura debería contar con un lugar principal en los planes de bienestar de las diferentes administraciones.

Además, hay un creciente cuerpo de evidencia que demuestra que una mala planificación urbana puede tener un impacto negativo en la salud mental de las personas. Según afirma el psiquiatra Paul Keedwell en su libro “Headspace: The Psychology of City Living”, la exposición de una persona a un mal diseño puede causar estrés, desequilibrio e incluso depresión.

Por ello, hay que tratar de “prestar atención a los aspectos que hacen las calles más atractivas y accesibles”, escribe el psiquiatra. Aspecto que deberíamos tener en cuenta a la hora de elegir un lugar para residir. 

“Los estudios acerca de cómo los edificios afectan a nuestros sentimientos y comportamientos son un subconjunto de la psicología ambiental o psicología arquitectónica. Hay mucha información por ahí, pero es sorprendente la ausencia de este tema en las escuelas de arquitectura”, explica Keedwell.

Un abandono que estaría relacionado con el costo adicional que este tema supondría en los diferentes planes de diseño. Asimismo, la arquitectura presenta una tendencia a pretender que la gente encaje alrededor del diseño, en lugar de al contrario.

Por lo que, deberíamos ser más conscientes de la importancia que tiene el buen diseño ambiental en nuestra vida diaria, y pretender que, teniendo en cuenta nuestras posibilidades, así sea.