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- Reinterpretación del icónico cortometraje La Cabina para denunciar la exclusión social en España. “Atrapados” es el título de este nuevo cortometraje, realizado con motivo de la presentación del IX Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social.
¿Y si la exclusión social no fuera solo un dato, sino una experiencia angustiosa que nadie quiere ver? Esta es la pregunta que plantea Atrapados, el nuevo cortometraje dirigido por Iñaki Mercero en colaboración con Cáritas, con motivo de la presentación del IX Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España.
Inspirado en el icónico cortometraje La Cabina (1972) de Antonio Mercero, Atrapados reinterpreta desde una mirada actual la metáfora de la incomunicación y la indiferencia y la transforma en una llamada de atención sobre una de las grandes heridas de nuestro tiempo: la exclusión que sufren millones de personas en España.
Según el IX Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España, uno de cada cinco españoles vive en situación de exclusión social, mientras que el 80% restante convive con esta realidad sin apenas ser consciente. Atrapados convierte esa estadística en un relato visual directo, incómodo, pero profundamente humano.
El proyecto nace con el objetivo claro de sacudir conciencias. En un momento en el que la narrativa audiovisual puede ser una herramienta de transformación social, este cortometraje busca llevar el debate más allá de los titulares, apelando a la empatía y la reflexión colectiva.
La pieza cinematográfica ha sido presentada este viernes en la Academia de Cine por su director Iñaki Mercero; el presidente de Cáritas Española, Manuel Bretón; el productor Jorge Martinez y el secretario técnico de la Fundación FOESSA, Raúl Flores.
“Queríamos contar una historia que nos obligue a mirar de frente la realidad que casi siempre solemos ignorar. Como hizo mi padre hace más de 50 años con ‘La Cabina’, pero hoy con la exclusión social como telón de fondo“, explicó Iñaki Mercero, director de Atrapados e hijo del cineasta Antonio Mercero.
Con una trayectoria consolidada en televisión —con títulos como Entrevías, El Príncipe o El Tiempo entre Costuras—, Mercero da un paso al frente en este corto, llevando el lenguaje cinematográfico a un terreno más íntimo y comprometido, sin perder la tensión narrativa y simbólica que caracterizó a la obra original.
Desde sus primeros planos, Atrapados sumerge al espectador en una atmósfera asfixiante y cargada de simbolismo. Muestra a un hombre atrapado dentro de una cabina de cristal en plena vía pública. Su desesperación se manifiesta en gritos y golpes, pero la indiferencia de la gente, que pasan sin mirarlo siquiera, genera cada vez más angustia. La tensión se construye a través del silencio social que rodea al protagonista, y se mantiene hasta el final cuando una grúa recoge la cabina y la traslada a un descampado donde hay otras muchas cabinas, con más personas atrapadas dentro. La imagen, desoladora, se cierra con una voz en off que devuelve al espectador a la realidad: la exclusión social existe, pero sigue siendo invisible para la mayoría.
“No pone el foco en la pobreza material sino en el aislamiento”
“El gran mérito de este corto es que no pone el foco en la pobreza material, sino en esa sensación de aislamiento e invisibilidad que provoca la exclusión, recordándonos que, al final, lo que marca la diferencia entre caer y no caer es contar con alguien que te sostenga“, apuntó Raúl Flores.
El secretario técnico y coordinador del IX Informe FOESSA confió en que “la enorme sensibilidad y contundencia de Mercero en este corto lleve a las personas a preguntarse qué sociedad estamos construyendo y abra el diálogo a todos los actores sociales”.
Atrapados se presenta como una pieza de impacto que invita a la reflexión, donde fusiona el legado cinematográfico con la urgencia social, movilizando a los medios, instituciones y ciudadanos a romper el silencio y mirar donde hasta ahora hemos preferido no mirar. La pieza es mucho más que un homenaje cinematográfico: es una llamada de atención colectiva. En tiempos donde la información abunda, pero la empatía escasea, este corto busca conectar con la conciencia social desde el lenguaje emocional del cine.
Una sociedad atrapada
El IX Informe FOESSA revela una radiografía inquietante de la exclusión social. A lo largo de más 700 páginas de análisis, el estudio advierte sobre un proceso inédito de fragmentación social en España en el que la clase media se contrae desplazando a muchas familias hacia estratos inferiores.
Tras dos décadas de crisis encadenadas, las fases de recuperación no han cerrado la brecha y han llevado a España a contar con una de las tasas de desigualdad más altas de Europa. La integración social se erosiona y la exclusión grave permanece muy por encima de los niveles de 2007.
En 2024, la exclusión severa se sitúa un 52% por encima de 2007, lo que arroja un saldo de 4,3 millones de personas.
Los principales motores de la exclusión social son la vivienda y el empleo. La vivienda es el factor que está activamente reconfigurando la estructura social, expulsando a uno de cuatro hogares de una vida digna, y triturando el difícil equilibrio de las clases medias.
Los datos son claros. El 45% de la población que vive en régimen de alquiler se encuentra atrapada en situaciones de pobreza y exclusión social, la cifra más alta de la UE. El alquiler se ha convertido en una trampa de pobreza.
Aunque el empleo mejora macroeconómicamente, ha perdido gran parte de su capacidad protectora e integradora. La precariedad laboral se ha convertido en la nueva normalidad, afectando a casi la mitad (47,5%) de la población activa. Se trata de 11,5 millones de personas atrapadas en diversas formas de inseguridad laboral. De hecho, más de un tercio de la población excluida trabaja.
Pero si hay un factor que el informe señala como la herida más profunda es la fractura de la red de relaciones. Una red desigual, debilitada y, para muchos, rota, que empuja a las personas más vulnerables hacia el aislamiento. Donde los vínculos se tejen, la exclusión se vuelve reversible; donde se rompen, la dependencia se acelera.
Estos datos evidencian que la exclusión no solo persiste, sino que se intensifica y se hace estructural. Esta cronificación de la desigualdad pone en cuestión la cohesión social y exige un cambio de paradigma civilizatorio basado en el cuidado mutuo, la justicia y la responsabilidad compartida.
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