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¿Qué es un ataque de ansiedad?

Sensación de ahogo, ritmo cardíaco elevado o sensación de pérdida del control, son algunos de los síntomas que indican que una persona podría estar sufriendo un ataque de ansiedad. Una situación que es más común de lo que parece en nuestra sociedad.

Los ataques de pánico se encuadran dentro de los trastornos de ansiedad y se podrían describir como momentos de gran angustia, que generan sensaciones muy desagradables tanto física como psicológicamente. Su causa se halla en el temor que la persona afectada puede poseer por diversos motivos o al encontrarse en una situación de tensión. 

Comienza con un antecedente que genera pensamientos que provocan temor. Al mismo tiempo, se produce una reacción física  (aumento del ritmo cardíaco, hiperventilación…) que aumenta la sensación de temor y angustia. 

La duración de un ataque de pánico es breve, siendo la máxima intensidad a los 10 minutos y manteniéndose alrededor de unos 30 o 40 minutos más. Una vez finalizado, la sensación de malestar puede mantenerse a lo largo de varias horas, aunque con una intensidad más reducida.  

Aunque no representan un hecho grave para la salud, los ataques de ansiedad pueden desencadenar una situación de pánico tan grave que puede llegar a confundirse con el infarto. Puesto que se producen de forma instantánea, sin previo aviso y alcanzan su máxima intensidad en muy pocos minutos.

Respecto a cómo actuar ante su aparición, lo más frecuente es que no sea reconocido la primera vez que le ocurre a una persona, sino que se confunda con otros ataques como el infarto. Pero cuando ya se ha sufrido en alguna ocasión, entonces sí es posible controlarlo.

Para ello, lo primero que hay que hacer es mantener la calma, no dejarse llevar por el miedo y tratar de normalizar la respiración inspirando de forma rítmica y cada vez más pausada.