Las redes sociales son como una secta. Parecen inocentes, inofensivas, pero poco a poco nos enganchan, atrapan a todo el que puede, nos hacen perder tiempo,  nos generan ansiedad, nos crean falsas expectativas y nos ayudan a creer en un mundo que realmente no existe. 

Desengancharse es difícil pero no imposible. Aunque no es necesario desaparecer de forma completa de la red, desconectarnos un poco nos puede venir muy bien.  Entre los motivos que nos pueden empujar a hacerlo se encuentran los siguientes:

-No angustiarse por ver lo que los demás hacen. Tenemos que admitir que observar continuamente lo que hacen las personas que conocemos es un poco desesperante. Pese a que es entretenido y una forma de pasar el tiempo, nos genera ansiedad el “no divertirnos” o “contar con la compañía” con la que ellos cuentan.

-No tener que demostrar nada a nadie. No hay ninguna necesidad de demostrar a nadie lo que haces. Puesto que deberíamos hacer las cosas que a nosotros nos gusta hacer, sin tener que demostrar nada a nadie. Así que no subir fotos de forma periódica nos puede ayudar mucho a ello.

-Privacidad e intimidad. Aunque enseñas lo que quieres en las redes sociales, tu vida es tuya y no tienes por qué compartirla.

-Más tiempo para disfrutar de lo que te importa. Sí, las redes sociales consumen muchísimo de nuestro tiempo. Por lo que, abandonarlas un poco, conseguirá proporcionarnos una gran cantidad de tiempo libre.

-Poder disfrutar de los momentos que importan. Sí dejamos nuestro móvil a un lado, podremos disfrutar mejor de muchos momentos que jamás volverán.